TEMA:LA VIDA CUANDO YO VINE A ESTE MUNDO
Nicolás
Guillén, 1947
Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo
se me alivia caminando,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
Lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera es
la voz entera del son.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo;
ya estará el de abajo arriba
cuando el de arriba esté abajo.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo.
Hay gentes que no me quieren,
porque muy humilde soy;
ya verán cómo se mueren
y que hasta a su entierro voy,
con eso y que no me quieren
porque muy humilde soy.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que vivir para ver,
hay que andar.
Cuando yo vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo,
te digo,
se me alivia caminando,
te digo,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
¡nadie me estaba esperando!
EN PAZ
Amado Nervo
Artifex vitae, artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni
esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni
pena inmerecida;
porque veo al final de mi
rudo camino
que yo fui el arquitecto de
mi propio destino;
que si extraje la miel o la
hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse
hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales
coseché siempre rosas.
Cierto, a mis lozanías va a
seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que
mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las
noches de mis penas;
mas no me prometiste tan
sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas
santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol
acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!
ODA A LA VIDA
Pablo Neruda
La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.
Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.
No es cierto.
Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.
Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.
Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.
No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.
Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.
Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.
el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.
Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.
No es cierto.
Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.
Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.
Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.
No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.
Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.
Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.
el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.
TEMA:
LA MUERTE PARA
ENTONCES
Manuel
Gutiérrez Nájera
Quiero
morir cuando decline el día,
en
alta mar y con la cara al cielo,
donde
parezca sueño la agonía,
y
el alma, un ave que remonta el vuelo.
No
escuchar los últimos instantes,
ya
con el cielo y con el mar a solas,
más
voces ni plegarias sollozantes
que
el majestuoso tumbo de las olas.
Morir
cuando la luz, triste, retira
sus
áureas redes de la onda verde,
y
ser como ese sol que lento expira:
algo
muy luminoso que se pierde.
Morir,
y joven: antes que destruya
el
tiempo aleve la gentil corona;
cuando
la vida dice aún: soy tuya,
aunque
sepamos bien que nos traiciona.
CUANDO
HAYA MUERTO, LLÓRAME TAN SÓLO
William Shakespeare
Cuando
haya muerto, llórame tan sólo
mientras escuches la campana triste,
anunciadora al mundo de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
la mano que la escribe, pues te quiero
tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
cuando del barro nada me separe,
ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite,
para que el sabio en tu llorar no indague
y se burle de ti por el ausente.
mientras escuches la campana triste,
anunciadora al mundo de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
la mano que la escribe, pues te quiero
tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
cuando del barro nada me separe,
ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite,
para que el sabio en tu llorar no indague
y se burle de ti por el ausente.
VENDRÁ
LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS
César
Pavese
Vendrá
la muerte y tendrá tus ojos
-esta
muerte que nos acompaña
de
la mañana a la noche, insomne,
sorda,
como un viejo remordimiento
o
un vicio absurdo-. Tus ojos
serán
una vana palabra,
un
grito acallado, un silencio.
Así
los ves cada mañana
cuando
sola sobre ti misma te inclinas
en
el espejo. Oh querida esperanza,
también
ese día sabremos nosotros
que
eres la vida y eres la nada.
Para
todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá
la muerte y tendrá tus ojos.
Será
como abandonar un vicio,
como
contemplar en el espejo
el
resurgir de un rostro muerto,
como
escuchar unos labios cerrados.
Mudos,
descenderemos en el remolino.
LA
CAIDA DE LAS HOJAS
Fernando
Celada
Cayó
como una rosa en mar revuelto...
Y
desde entonces a llevar no he vuelto
a
su sepulcro lágrimas ni amores.
es
que el ingrato corazón olvida,
cuando
está en los deleites de la vida,
que
los sepulcros necesitan flores.
Murió
aquella mujer con la dulzura
de
un lirio deshojándose en la albura
del
manto de una virgen solitaria;
Su
pasión fue más honda que el misterio
vivió
como una nota de salterio,
murió
como una enferma pasionaria.
Espera,
-me decía suplicante-
todavía
el desengaño está distante...
no
me dejes recuerdos ni congojas;
Aún
podemos amar con mucho fuego;
no
te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera
la caída de las hojas...
Espera
la llegada de las brumas,
cuando
caigan las hojas y las plumas
en
los arroyos de aguas entumidas.
Cuando
no haya en el bosque enredaderas
y
noviembre deshoje las postreras
rosas
fragantes al amor nacidas.
Hoy
no te vayas, alejarte fuera
no
acabar de vivir la primavera
de
nuestro amor, que se consume y arde;
Todavía
no hay caléndulas marchitas
y
para que me llores necesitas
esperar
la llegada de la tarde.
Entonces,
desplomado en tu cabeza
en
mi pecho, que es nido de tristeza,
me
dirás lo que en sueños me decías,
pondrás
tus labios en mi rostro enjuto
y
andarás con un listón de luto
mis
manos cadavéricas y frías.
¡
No te vayas por Dios...! Hay muchos nidos
y
rompen los claveles encendidos
con
un beso sus vírgenes corolas;
todavía
tiene el alma arrobamientos
y
se pueden juntar dos pensamientos
como
se pueden confundir dos olas.
Deja
que nuestras al mas soñadoras,
con
el recuerdo de perdidas horas,
cierren
y entibien sus alitas pálidas,
y
que se rompa nuestro amor en besos,
cual
se rompe en los árboles espesos,
en
abril, un torrente de crisálidas.
¿
No ves como el amor late y anida
en
todas las arterias de la vida
que
se me escapa ya?... Te quiero tanto,
que
esta pasión que mi tristeza cubre,
me
llevará como una flor de octubre
a
dormir para siempre al camposanto.
Me
da pena morir siendo tan joven,
porque
me causa celo que me roben
este
cariño que la muerte trunca.
y
me presagia el corazón enfermo
que
si en la noche del sepulcro duermo,
no
he de volver a contemplarte nunca.
¡
Nunca...! ¡Jamás...! En mi postrer regazo
no
escucharé ya del eco tu paso,
ni
el eco de tu voz... ¡Secreto eterno.!
Si
dura mi pasión tras de la muerte
y
ya no puedo cariñosa verte,
me
voy a condenar en un infierno.
¡
Ay, tanto amor para tan breve instante!
¿Por
qué la vida, cuanto más amante
es
más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores
que se marchitan sin tardanza,
al
reflejo del sol de la esperanza
que
nunca deja de verter fulgores?
¡
No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame
un instante... cuando duerma,
cuando
ya no contemples mis congojas...
¡
Perdona si con lágrimas te aflijo!...
-
Y cerrando sus párpados, me dijoo:
¡
Espera la caída de las hojas.!
¡
Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la
olvidó para siempre! Ya no arde
aquel
amor de los lejanos días...
Pero
¡ Ay.! A veces al soñarla siento
que
estremecen mi ser calenturiento
Sus
manos cadavéricas y frías...!
ANTE
UN CADÁVER
Manuel
Acuña
¡Y
bien! Aquí estás ya..., sobre la plancha
donde
el gran horizonte de la ciencia
la
extensión de sus límites ensancha.
Aquí,
donde la rígida experiencia
viene
a dictar las leyes superiores
a
que está sometida la existencia.
Aquí,
donde derrama sus fulgores
ese
astro a cuya luz desaparece
la
distinción de esclavos y señores.
Aquí,
donde la fábula enmudece
y
la voz de los hechos se levanta
y
la superstición se desvanece.
Aquí,
donde la ciencia se adelanta
a
leer la solución de ese problema
que
solo al anunciarse nos espanta.
Ella,
que tiene la razón por lema,
y
que en tus labios escuchar ansía
la
augusta voz de la verdad suprema.
Aquí
está ya... tras de la lucha impía
en
que romper al cabo conseguiste
la
cárcel que al dolor te retenía.
La
luz de tus pupilas ya no existe,
tu
máquina vital descansa inerte
y
a cumplir con su objeto se resiste.
¡Miseria
y nada más!, dirán al verte
los
que creen que el imperio de la vida
acaba
donde empieza el de la muerte.
Y
suponiendo tu misión cumplida
se
acercarán a ti, y en su mirada
te
mandarán la eterna despedida.
¡Pero
no!..., tu misión no está acabada,
que
ni es la nada el punto en que nacemos,
ni
el punto en que morimos es la nada.
Círculo
es la existencia, y mal hacemos
cuando
al querer medirla le asignamos
la
cuna y el sepulcro por extremos.
La
madre es solo el molde en que tomamos
nuestra
forma, la forma pasajera
con
que la ingrata vida atravesamos.
Pero
ni es esa forma la primera
que
nuestro ser reviste, ni tampoco
será
su última forma cuando muera.
Tú
sin aliento ya, dentro de poco
volverás
a la tierra y a su seno
que
es de la vida universal el foco.
Y
allí, a la vida, en apariencia ajeno,
el
poder de la lluvia y del verano
fecundará
de gérmenes tu cieno.
Y
al ascender de la raíz al grano,
irás
del vergel a ser testigo
en
el laboratorio soberano.
Tal
vez para volver cambiado en trigo
al
triste hogar, donde la triste esposa,
sin
encontrar un pan sueña contigo.
En
tanto que las grietas de tu fosa
verán
alzarse de su fondo abierto
la
larva convertida en mariposa,
que
en los ensayos de su vuelo incierto
irá
al lecho infeliz de tus amores
a
llevarle tus ósculos de muerto.
Y
en medio de esos cambios interiores
tu
cráneo, lleno de una nueva vida,
en
vez de pensamientos dará flores,
en
cuyo cáliz brillará escondida
la
lágrima tal vez con que tu amada
acompañó
el adiós de tu partida.
La
tumba es el final de la jornada,
porque
en la tumba es donde queda muerta
la
llama en nuestro espíritu encerrada.
Pero
en esa mansión a cuya puerta
se
extingue nuestro aliento, hay otro aliento
que
de nuevo a la vida nos despierta.
Allí
acaban la fuerza y el talento,
allí
acaban los goces y los males
allí
acaban la fe y el sentimiento.
Allí
acaban los lazos terrenales,
y
mezclados el sabio y el idiota
se
hunden en la región de los iguales.
Pero
allí donde el ánimo se agota
y
perece la máquina, allí mismo
el
ser que muere es otro ser que brota.
El
poderoso y fecundante abismo
del
antiguo organismo se apodera
y
forma y hace de él otro organismo.
Abandona
a la historia justiciera
un
nombre sin cuidarse, indiferente,
de
que ese nombre se eternice o muera.
Él
recoge la masa únicamente,
y
cambiando las formas y el objeto
se
encarga de que viva eternamente.
La
tumba sólo guarda un esqueleto
mas
la vida en su bóveda mortuoria
prosigue
alimentándose en secreto.
Que
al fin de esta existencia transitoria
a
la que tanto nuestro afán se adhiere,
la
materia, inmortal como la gloria,
cambia
de formas; pero nunca muere.
MUERTE
NO SEAS ORGULLOSA
John Donne
Muerte, no seas
orgullosa, aunque algunos te llamen
poderosa y terrible,
porque no lo eres,
pues aquellos que
crees haber aniquilado
no mueren, ¡pobre
muerte!, ni a mí puedes matarme.
Del descanso y del
sueño, que son sólo tu imagen,
viene placer, y luego
de ti más vendrá aún:
los mejores se
marchan cuanto antes contigo,
descanso de sus
huesos, libertad de sus almas.
Del hado eres
esclava, del Azar, reyes y locos,
y habitas en veneno,
guerra y enfermedad;
opio y hechizos
pueden igual adormecernos,
y aún mejor que tu
golpe. ¿Por qué entonces tu orgullo?
Después de un breve
sueño despertamos eternos,
Y ya no habrá más
muerte: muerte, tú morirás.