El idioma español nos une a los latinoamericanos
https://www.rae.es/dpd/
https://www.asale.org/damer/gu%C3%ADa
https://lenguaje.com/variedades-linguisticas/
Lo que nos distingue
Según el Diccionario de
Real Academia Española, regionalismo es un vocablo o giro privativo de
una región determinada. Y localismo, un vocablo o locución que solo
tiene uso en un área restringida.
La palabra machete
destaca en América por su polisemia. En Argentina y Colombia, es un
apunte para "copiar" en los exámenes. En Cuba, una máquina usada en las
fábricas de cigarros para cortar el tabaco. En Nicaragua, ocupación
retribuida. Un machete para los uruguayos es una persona avara y
mezquina. Los venezolanos lo usan para designar a un hombre eficaz o
capaz en alguna actividad en la que demuestra arrojo y decisión, o para
algo que se considera bueno o positivo.
Vaina es
para casi todos en Latinoamérica, la judía verde. Aunque también en
América Central, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana y
Venezuela se utiliza para indicar una acción que molesta o contraría.
Con el adjetivo arrecho,
colombianos, costarricenses, salvadoreños, hondureños y venezolanos
denominan a una persona iracunda o furiosa. Los jóvenes de Costa Rica
emplean coloquialmente arrecho para alguien que tiene suerte. Asimismo
en Venezuela, arrecho es lo intenso o muy vehemente; o algo arduo.
Para los cubanos verraco
tiene dos acepciones: persona con poca higiene, o persona tonta, que
puede ser engañada con facilidad. En Colombia se usa principalmente para
quien descolla en cualquier actividad: "es un verraco"; o para la
persona que está muy malhumorada: "se puso verraco".
La frutabomba
es el fruto del papayo, generalmente de forma oblonga, hueco y que
encierra las semillas en su concavidad. La parte mollar, semejante a la
del melón, es amarilla y dulce. Todos en América no llaman igual a esta
fruta. Así la nombran los cubanos, o papaya. Para
venezolanos y dominicanos, también es lechosa. Y la frase "dar papaya a
alguien" tiene el significado de ofrecerle una oportunidad.
A la hora de hablar español en la tierra de Jorge Luis Borges, hay que prestar atención: en Argentina mejor no decir "coger la taza o coger un taxi", y ni hablar de... conchas.
Los regionalismos, de acuerdo con la nación latinoamericana donde dialoguemos, posibilitan que un bolígrafo sea también una pluma o un lapicero. El trabajo puede ser jornal, chamba o laburo.
Los niños para los de América Latina pueden ser chavos, chamacos, pibes, chicos o chamos. Y un autobús, colectivo, camión o guagua. Los nativos de Estados Unidos son gringos o gabachos. El dinero es guita, plata, lana o marmaja. Los ajíes pueden ser también pimientos o chiles. Un cerdo es un chancho, un lechón, un puerco o un marrano.
Un cometa puede ser una chichigua, una pipa, una pandorga, un volador, o un papalote.
Pero también se usan las frases "a empinar papalotes" para enviar a
alguien lejos; o "hacer un papalote a alguien" con el sentido de
perjudicarlo.
En América Latina, para denotar disgusto se dice indistintamente fastidiado, amolado, tronado o compuesto.
La influencia indígena
La
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes detalla la influencia del
vocabulario de los pobladores indígenas de América en el momento de la
Conquista. Actualmente en el español con el que nos comunicamos están
palabras como barbacoa, butaca, cacique, caimán, caoba, hamaca, huracán,
loro, maíz, maní, piragua, sabana, tabaco. "Todas son voces antillanas
-arahuco-taínas- que hoy forman parte del léxico panhispánico".
Además
están los indigenismos nahúas como aguacate, cacahuete, cacao, chicle,
tiza, petaca y tomate, entre otros; o los del quechua como cancha, coca,
cóndor, llama, mate, pampa o vicuña.
Variantes del español latinoamericano
Los
lexicógrafos observan distintas variantes del español latinoamericano
relacionadas con las zonas geográficas y de desarrollo: español
amazónico; español boliviano, que se trata en su origen de la extensión
más norteña del antiguo y colonial dialecto del Cono Sur; español
caribeño, marcado con modismos e influenciado con el habla andaluza,
canaria y sobre todo por la presencia negra.
Se estudia además el
español centroamericano; el español cordillerano, que tiene influencias
del quechua, del aimará y de otras lenguas autóctonas extintas; el
español chileno; o el español colombiano- ecuatoriano, con sus centros
urbanos principales en Guayaquil, Bogotá y Quito.
Lo que se
conoce como la variante del español mexicano presenta un sustrato
indígena, esencialmente náhuatl. Hay una variación para el español
mexicano del Norte (Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Sinaloa y Coahuila),
máxime por la entonación de las palabras (acento norteño).
El
español paraguayo, al igual que el usado en las provincias argentinas de
Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco se caracteriza por tener fuertes
influjos del guaraní. Hay dos formas características del habla en el
español peruano: la ribereña y la modalidad central o limeña.
Los
lexicógrafos estudian también el español puertorriqueño, que se
distingue por la aspiración de la s final al final de sílabas; y por
último, el español rioplatense o porteño. Es una variante del que se usa
en los alrededores del Río de la Plata, la provincia argentina de
Buenos Aires y Uruguay. En lugar de decir "tú" se utiliza el "vos".
Una lengua viva
Según
el informe "El español: una lengua viva (2016)", elaborado por el
Instituto Cervantes, 567 millones de personas hablan español en el
mundo.
El 18% de los habitantes de Estados Unidos habla español,
de acuerdo con la misma fuente. "En 2060, Estados Unidos será el segundo
país hispanohablante del mundo, después de México", especifica el
Instituto Cervantes.
La Oficina del Censo de los Estados Unidos
ha pronosticado que los hispanos serán 119 millones en 2060. O sea, el
28.6% de la población estadounidense, casi uno de cada tres residentes
en el país, será hispano.
Probablemente en el futuro el español
pueda escucharse en cualquier ciudad de esta nación, más allá de Miami. Y
el escritor norteamericano Tom Wolfe tendrá nuevas referencias para
otras muchas novelas como Bloody Miami, y otros muchos personajes que hablen español como Néstor Camacho, un policía de origen cubano.
https://www.diariolasamericas.com/america-latina/el-espanol-que-hablamos-los-latinoamericanos-n4132738
VARIANTES LINGÜÍSTICAS
https://cvc-cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/sicele/sicele/03/006_matiasmonheher.htm
https://www.asale.org/damer/
El español en
el mundo
El español, también conocido como castellano por su origen en la
provincia de Castilla, es una de las lenguas más habladas actualmente. Según
estudios realizados en los últimos años por importantes instituciones encargadas
de la enseñanza del español, el idioma es hablado o estudiado por más de 500
millones de personas en todo el mundo, entre las cuales más de 450 millones lo
dominan plenamente, más de 50 millones lo hablan con alguna limitación y cerca
de 20 millones están en proceso de aprendizaje. De acuerdo con esos datos, la
lengua de Cervantes reina detrás del mandarín y, por primera vez, por delante
del inglés, alcanzando el rango de segunda lengua franca en el mundo. Es decir,
el 67% de la población mundial es ya hispanohablante.
El español —que empieza su difusión fuera de la península Ibérica
durante los siglos xv y xvi— es la lengua oficial de veintiún países: España
(Europa); Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador,
Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana, El Salvador, Uruguay y Venezuela (América); y Guinea
Ecuatorial (África). Además de estos países, se habla español en partes de
Estados Unidos y también en Israel y Filipinas, aunque como lengua minoritaria.
El español es también uno de los idiomas oficiales de la ONU, de la UNESCO, de la UE y del MERCOSUR. Así que su
importancia se debe no solo al número de hablantes, sino también a su extensión
y a su difusión internacional.
Frente a la enorme extensión del español, un problema a más se plantea
en el proceso de enseñanza y aprendizaje del idioma de Cervantes, que es la
diversidad lingüística, que se refiere a las variantes de la lengua, las cuales
poseen rasgos fonéticos, léxicos y morfosintácticos particulares.
Los usuarios del español saben muy bien que no todos los hablantes de la
lengua hablan de la misma manera, es decir, no utilizan la misma variedad del
idioma. El español contemporáneo, por ejemplo, no es el mismo español que se
hablaba en España en los siglos xv y xvi, cuando los primeros españoles
llegaron a América. Asimismo se percibe que el español que se habla hoy día en
Buenos Aires no es igual al español que se habla en la Ciudad de México, en San
Juan, en Tenerife o en Salamanca, en España.
La enorme extensión del idioma español ha estimulado la atención
académica, de modo que, desde los años veinte del siglo pasado, se han
producido innúmeros estudios sobre el tema de la diversidad lingüística del
español, principalmente la de los países hispano-americanos (Lipski, 1994).
Ese tema también ha dado origen a creaciones jocosas, como es el caso del
famoso video «Qué difícil hablar el español», de dos músicos colombianos,
disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=eyGFz-zIjHE (acceso 29/12/2016).
Las variedades de la lengua
En el proceso de comunicación, la lengua puede presentar diferentes
variedades, producidas por distintas causas, entre las cuales señalamos las
principales: variedades diacrónicas (históricas), variedades diatópicas
(geográficas); variedades diafásicas (funcionales) y variedades diastráticas
(socioculturales).
Para entender por qué una lengua como la española se manifiesta en variedades
aparentemente tan distintas hay que apelar a tres factores, ajenos a la misma
lengua, pero que afectan de un modo directo a su origen y desarrollo. Hablo de
la historia, de la geografía y de la sociedad. También las situaciones o
contextos comunicativos influyen sobre la forma de la lengua, pero en un nivel
más restringido y, en gran parte, dependiente de los tres primeros. (Moreno
2014: 18)
Las variedades diacrónicas representan los cambios que una lengua
puede presentar con el paso del tiempo. Esto explica el desaparecimiento de
algunos conceptos (botica, alberca, fenecer) y el
aparecimiento de otros (zapping, estándar, internet),
implicando una diferencia entre distintas generaciones de hablantes. Solo como
ilustración, un texto como el de Don Quijote de la Mancha, escrito a
principios del siglo xvii, podría muy bien presentarse escrito de la siguiente
forma: «En un lugar muy cool llamado La Mancha de cuyo nombre ni idea
hace mucho tiempo que se parchaba un man llamado hidalgo …»
Las variedades diatópicas se basan en el emplazamiento geográfico
de los hablantes, lo que explica la diversidad de dialectos y hablas locales.
Existe la variable general y la variable local. El primer caso lo podemos
analizar a partir del español a nivel continental (América del Sur y América
Central) y el segundo, a partir de las diferencias entre los habitantes de un
país (Norte-Centro-Sur). De acuerdo con este tipo de variedad, las palabras
reciben diferentes denominaciones en función de la distancia geográfica que separa
a los hablantes de la lengua. Un ejemplo es el vehículo utilizado para el
transporte colectivo de pasajeros en las ciudades, que recibe diferentes
nombres, como autobús, colectivo o guagua (entre otros)
dependiendo de la localidad.
En efecto, la geografía puede resultar decisiva para la vida social de
las lenguas y más si se trata de una geografía extensa y diversa, como la del
mundo hispánico. El espacio es un factor esencial en la formación y evolución
de las lenguas, como lo es para su articulación en modalidades o variedades.
Aunque el reconocimiento de una lengua pasa por la existencia de una serie de
elementos constantes, invariables o generales, identificables a lo largo y
ancho de su dominio territorial, lo cierto es que todas las lenguas naturales
ofrecen conjuntos de rasgos variables, en correspondencia con su geografía. (Moreno
2014: 26-27)
Las variedades diafásicas tienen que ver con la situación de cada
acto comunicativo, que hace que el hablante seleccione un determinado nivel de
la lengua con el objetivo de adecuarse a sus interlocutores. Esto explica la
existencia de dos estilos: el formal (Ej. decir «buenos días» y «hasta
luego» al jefe de trabajo) e informal (Ej. decir «hola» y «chao» a un
amigo). También explica la existencia de las jergas y el argot. Las jergas son
unas variantes lingüísticas especiales que emplean a menudo los miembros de
ciertos grupos profesionales o los aficionados a determinados temas,
existiendo, en este caso, la jerga profesional de los médicos, de los abogados,
de los aficionados a los toros, etc. El argot es un término que se utiliza para
referirse a las jergas específicas que emplean los miembros de algunos grupos
marginales, existiendo así el argot carcelario, el del mundo de la droga, el de
la delincuencia, etc.
Por fin, las variedades diastráticas están determinadas por las
diferencias sociales y culturales entre los hablantes, distinguiéndose entre un
nivel culto y un nivel vulgar. Estas diferencias responden a edad, sexo, nivel
académico, profesional o social (entre otros).
Todos los condicionamientos citados anteriormente se suelen dar de forma
simultánea e independiente en la producción de cada tipo de texto. Un texto
andaluz, por ejemplo, puede ser a la vez y según los casos, culto y formal o
culto y coloquial, etc.
Ante esta realidad de la lengua como un complejo diasistema formado por
diversas variedades, el profesor de ELE debe elegir la variedad que mejor
servirá de modelo para el aprendizaje en el aula. Narciso M. Contreras
Izquierdo (Universidad de Jaén), en su artículo acerca de las variedades
del español en la enseñanza de ELE, observa que, en la tradición sobre la
enseñanza de ELE, se encuentran tres posturas sobre qué variedad elegir. La
primera es la que toma como referencia y modelo una variedad concreta
prestigiada por diversos factores socioculturales e históricos. La referencia
para algunos sería el español de Castilla, tomado como el «mejor español»
frente a las otras variedades. Sin embargo, con el paso del tiempo esa postura
se ha modificado, de modo que en los días actuales no se puede considerar que
una variedad sea mejor que otra. La segunda postula que, ante la imposibilidad
de enseñar todas las variedades, se tomaría como base lo que de común tienen
todas ellas. De ahí la existencia de conceptos como «lengua común», «estándar»,
«general» o «norma». La tercera es la que estima que la selección de la
variedad o variedades debe tener en cuenta las necesidades del alumno. Esta
propuesta es la que está de acuerdo con los principios más actuales en la
adquisición de segundas lenguas. Según Izquierdo, es la norma culta de la zona
donde el alumno estudia o con la que va a entrar en contacto, de acuerdo con
sus intereses y necesidades, la que se constituye en modelo de referencia,
puesto que hay menos distancia entre las normas cultas de dos zonas alejadas en
el espacio que entre la norma culta y la variedad coloquial de una zona
concreta. Sin embargo, es importante que el profesor, además de determinar la
variedad que necesitan sus alumnos (variedad central), debe también propiciar
que conozcan lo más característico de otras (variedades periféricas). De la
misma manera, el profesor debe tener conocimientos básicos acerca de este tema,
es decir, de las variedades de la lengua. Por fin, hay que considerar que la
variedad del profesor puede no coincidir con la seleccionada como modelo de
curso. En este caso, lo más importante es que el profesor, nativo o no, conozca
bien la variedad que presenta a sus alumnos.
El español de España y el español de América
Al acompañar los hechos que marcaron la vida de España e Hispanoamérica,
muy pronto nos damos cuenta de que la diversidad forma parte de la historia de
estos territorios y, consecuentemente, de su lengua.
Como dice Francisco Moreno, en su obra La lengua española en su
geografía, la lengua española ha caminado mucho, tanto en el tiempo como en
el espacio y, como es natural, se ha ido transformando y enriqueciendo, a la
vez:
El español es una lengua milenaria y por lo tanto ha experimentado
muchas vicisitudes a lo largo del tiempo, en circunstancias políticas muy
diversas y en entornos comunicativos muy dispares. Esa longevidad significa,
por un lado, que la lengua ha sido instrumento de comunicación útil para una
comunidad de hablantes durante un tiempo considerable; por otro lado, significa
que la lengua ha tenido que adaptarse a muy diferentes circunstancias, a partir
de las cuales ha enriquecido todos sus recursos lingüísticos. (Moreno 2014:
19)
En el siglo ii a. C., viven en la Península Ibérica (hoy Portugal y
España) los celtas y los íberos. Posteriormente, los romanos invaden la
Península, que pasa a ser una provincia del Imperio Romano de Occidente. Este
impone como lengua única el latín, que ya traía muchas palabras del griego. El
español, como se sabe, es una lengua romance, heredera del latín.
En el siglo v d. C.., desaparece el Imperio Romano y cada provincia
sigue su propio camino. En la Península, al desaparecer el Imperio, se hablaba
una evolución del latín clásico diferente a la de otras zonas del Imperio,
debido, principalmente, a los efectos del sustrato prerromano.
Después de la desaparición del Imperio Romano, la Península es invadida
por los visigodos, con su influencia germana. Los visigodos eran un pueblo ya
romanizado, pero que todavía mantenía su lengua que, si por una parte nunca
había llegado a convertirse en lengua de comunicación general, por otra dejó
algunos rastros a causa del superestrato.
En el siglo v d. C., termina el reinado de los visigodos, con la llegada
de los árabes, que ejercieron una gran influencia en la lengua y cultura de
España. Por ser muy prestigiosa culturalmente, fue adoptada como lengua de
comunicación en muchas zonas de la Península.
El dominio árabe tiene una larga duración, nada menos que ocho siglos.
En este período los reinos cristianos del norte, que resistieron al dominio
árabe y que, por su vez, siguieron manteniendo sus lenguas de origen romance,
van organizándose y reconquistando territorios. La situación lingüística es muy
inestable por la pujanza que tomaba el reino de Castilla y, consecuentemente,
la lengua que en él se hablaba, el castellano.
En el siglo xvi el panorama político y lingüístico de la Península se
reduce significativamente, de manera que solo existen dos estados, Portugal,
donde la lengua hablada será el portugués, y España, donde se hablarán cuatro
lenguas que permanecen en la actualidad: catalán (Cataluña, Valencia,
Baleares), vasco (Vizcaya, Guipúzcoa y norte de Navarra), gallego (Galicia) y
castellano (hablado en el resto de España), presentando cada una de estas
lenguas diferentes modalidades regionales. El castellano va imponiéndose
paulatinamente como lengua general del reino de España y en el siglo xviii hay
una culminación de este proceso con la imposición de su uso exclusivo en la
enseñanza. Tanto el portugués como el español se expanden fuera de las
fronteras europeas.
En el siglo xv reinaban en España Fernando de Aragón e Isabel de
Castilla. Fueron ellos los que unificaron en una sola nación los reinos
dispersos e hicieron del castellano su lengua oficial. Cuando vino Cristóbal
Colón y descubrió América en 1492, introdujo el castellano y facilitó que esta
lengua se enriqueciera con el aporte de las lenguas indígenas americanas.
[...] El rey Carlos III, en 1770, declaró el castellano idioma oficial
del imperio español, extendido por toda América hispanohablante, Filipinas,
Asia y otras posesiones en Europa. (Vargas Sierra 2005: 23)
Como hemos visto, el español (o castellano) —que surge de una mezcla de
varias lenguas, como el celta, el latín, el griego, el germano y el árabe—, no
es la única lengua que se habla en España. Actualmente, aunque es el español el
idioma oficial en todo el país, hay regiones bilingües, como Galicia, Cataluña
y El País Vasco, en las cuales se habla, también, gallego, catalán y euskera,
respectivamente. De la misma manera, en Hispanoamérica hay países donde, además
del español, se hablan lenguas indígenas. Este es el caso del Paraguay donde se
habla español y también guaraní.
En el caso del español particularmente, algunos estudios sobre la
situación lingüística actual presentan ocho dialectos, según las zonas donde se
habla el idioma: el leonés, el aragonés, el judeo-español, el extremeño, el
murciano, la modalidad lingüística andaluza, el canario y el español de
América.
La expansión del español hacia los países del continente americano es la
que proporcionará su enorme extensión. Tal como ocurre en Canarias, la
colonización lingüística de América se hace por hablantes andaluces, en su
mayoría.
El período de conquista y colonización de América fue muy rápido, una
vez que hacia 1540 ya se daba por concluida. Ante el avance del castellano
muchas lenguas autóctonas desaparecieron; otras se salvaron —como el nahua, el
quechua y el guaraní— y aportaron elementos al léxico del español.
El español es la lengua oficial de diecinueve países hispanoamericanos.
También se habla español (al lado del inglés) en numerosas islas de las
Antillas y en EE.UU. En este país los hispanohablantes —más de 20 millones— están
representados, principalmente, por cubanos en Miami, donde formaron una colonia
tras la revolución de 1959. Esta colonia está formada por profesionales y
miembros de la alta burguesía que lucharon por la imposición del español en la
vida diaria y también escolar. Otro grupo es el de los chicanos, término
utilizado en Estados Unidos para referirse a los mexicano-estadounidenses,
principalmente de Texas o California. En general, son trabajadores manuales o
agrícolas sin mucha formación y que, por esta razón, se ven discriminados por
no conocer suficientemente la lengua dominante.
En lo que se refiere al «español de América», esta expresión debe ser
entendida como el conjunto de variedades dialectales que se hablan en el
continente americano, ya que, en realidad, los hispanoamericanos no hablan de
la misma manera: el habla argentina es distinta del habla cubana, y la de un
peruano o chileno tampoco es igual a la de un mexicano o guatemalteco. Así que
los textos que hablan del «español de América» en general no dejan de mencionar
algunos rasgos exclusivos de algunas regiones, que se pueden observar en los
varios niveles de la lengua.
A continuación, vamos a tratar algunos aspectos lingüísticos que señalan
las variaciones de la lengua española, según las diversas regiones de España e
Hispanoamérica.
Nivel lexical
El léxico americano es muy rico y está lleno de ejemplos de indigenismos
(mucama = criada), arcaísmos (pollera = falda) y
neologismos (ruletero = taxista), que lo hacen difereciar del
léxico utilizado en España. Tal vez sea este el nivel donde más se hacen notar
las diferencias entre el español que se habla en España y el español que se
habla en América. Para expresar una misma idea, se usan diferentes palabras en
distintos países.
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/sicele/sicele03/006_matiasmonheler.htm

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